17 de octubre de 2008

SIN RENCORES

A la derecha de este país le cuesta asumir que no siempre tienen que tener el poder ellos. En la legislatura pasada tras unas elecciones que perdieron legítimamente asistimos a espectáculos bochornosos por decirlo suavemente: primero se cuestionaron los resultados electorales y la legitimidad del gobierno salido de las urnas, como con eso no pudieron, la derecha económica, la social y la política, iglesia católica incluida, presionaron hasta lo indecible, incluso en la calle (a la que tomaron gusto) para desgastar a ese gobierno legítimo. Cuatro años después los ciudadanos españoles, a través de las urnas pusieron las cosas más o menos en su sitio, pero siguen insistiendo aunque ya parece que sin tanta fuerza.
Pues bien, ahora cuando se las prometían muy felices pensando que los asesinados por el franquismo habrían de seguir durmiendo el sueño de los justos en las cunetas, fosas comunes y barrancos, viene un juez y les chafa el invento. La reacción no se ha hecho esperar, incluso la Falange va a recurrir a los tribunales para “lavar su buen nombre”.
Mientras tanto la iglesia católica anuncia nuevos “mártires” a los que ya se le dignificó en su tiempo, a los que se le reconoció su carácter de asesinados y cuyos familiares gozaron del privilegio de ser hijos o viudas de caídos. Los demás mientras en el hoyo y sus familias sufriendo la infamia, pasando penurias y sin derecho a saber siquiera dónde estaban sus muertos para enterrarlos dignamente.
Mientras la derecha con la cantinela de que las heridas están cerradas, de que en los dos bandos se asesinó a gente, etc, etc.
No quieren asumir que no se trata de ajustar cuentas, sino de igualar en lo posible a los represaliados de un bando y otro, de cerrar una de las páginas más negras y tristes de nuestra historia.
La derecha y los sectores más conservadores de España ganaron una guerra, organizaron una España a su modo y gusto, y así cuando el dictador murió tuvo lugar una transición a la democracia en la que se encargaron de explotar el miedo de los españoles para de ese modo reconvertirse en piel de cordero.
Mientras los muertos seguían en el hoyo y el sufrimiento de los familiares no cesaba.
Ahora con la Ley de Memoria Histórica y el auto del juez Garzón se espera en parte resarcir a esas familias, a esas gentes que sufrieron las consecuencias de esa guerra y del régimen que la siguió.
No sé el recorrido judicial que tendrá todo esto, ni hasta donde será capaz la derecha para intentar pararlo, pero pase lo que pase, este es ya un proceso que no tiene marcha atrás.
Quizá el día que la derecha de este país asuma de verdad la historia de España, y no sólo la parte que le interese, entonces será cuando realmente podamos decir que las heridas que se crearon, que ellos se encargaron de tapar con una “tirita” durante la transición, cicatrizarán definitivamente.

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