19 de agosto de 2014

Mi visita a París III. Los museos.

En París como en cualquier gran ciudad de larga trayectoria histórica hay numerosos museos de muy distintas materias, pero aquí, aunque nosotros solo visitamos tres, salimos más que satisfechos.
Entrada al Louvre
Diosa heládica de época arcaica




El primero y sin duda el más importante fue el Louvre que más que un museo, y tras su ampliación y remodelación conforma un gran conjunto museístico. La entrada por la pirámide de cristal, pese a parecerse demasiado a la de un moderno centro comercial, sin embargo es llamativa y original, y distribuye muy bien los  accesos a las distintas alas del antiguo palacio real. Evidentemente es imposible ver en un solo día el Louvre, como tampoco lo es visitar el Prado o cualquiera otro de los grandes museos del mundo, así que obtamos por comenzar visitando las antigüedades griegas, etruscas, romanas y egipcias, y en menor mediada las orientales. Cámara en ristre observamos el mundo griego a través de las muy diversas obras de las distintas etapas cronológicas, y aunque hay numerosas obras que podemos destacar, mi interés se centró en algunas concretas: la dama de Auxerre, la Hera dedálica, la Venus de Milo, las metopas del Partenón, modelos de atletas y guerreros clásicos y sobre todo, la Victoria de Samotracia. Destacar del mundo etrusco las urnas funerarias y otras piezas que nos van avanzando ya lo que luego será la gran cultura romana, también representada en el museo a través de numerosos retratos, esculturas, sarcófagos y pinturas.

Alegoría del Tiber
















El mundo del Egipto antiguo también llamó nuestra atención por la riqueza y variedad de la colección que alberga el museo y que nos lleva a los albores del mundo mediterráneo y la gran cultura que en torno al Nilo se generó.
Esfinge con cabeza de Ramses II 
La pintura europea medieval y moderna conforma otro de los grandes conjuntos artísticos que visitamos y aunque la más demandada sea la Gioconda (que pudimos ver y fotografiar por encima de numerosas cabezas de turistas) hay muchísimas obras obras de gran importancia que llegan hasta el siglo XIX: Rafael, Anibal Caracci, El Greco, Murillo, Caravaggio, Cimabue, Mantegna y otros muchos autores destacados de la historia de la pintura podemos encontrarlos en las galerías del Louvre.
En definitiva es este museo un lugar que hay que visitar, y a ser posible, en diversas ocasiones.
Cerca de allí, en la antigua estación de ferrocarril situada en el Quai d'Orsay nos encontraremos  con el museo del mismo nombre. Ya el edificio muestra un gran interés, pero son sin duda las obras que alberga lo más atractivo para el visitante, pues aquí podemos encontrar las obras de importantes artistas del siglo XIX, tanto anteriores al Impresionismo, como posteriores (Gaugin, Van Gogh, Millet, ...). Pero sin duda lo más atrayente son las salas dedicadas a los pintores impresionistas situadas en la parte alta del museo, donde podemos ver algunas de las obras más conocidas de este movimiento tan trascendental para el arte contemporáneo. Y no es esto sólo lo que podemos ver aquí, ya que en algunas salas un tanto escondidas podemos ver una estupenda colección de arte modernista (muebles, cristaleras, elementos decorativos muy diversos, y algunos cuadros de interés).
Interior del museo d'Orsay
Vista del museo de Rodin desde los jardines
El último de los museos que visitamos fue el dedicado a Rodín. Lo descubrimos casi por casualidad cuando nos dirigíamos al barrio Latino, al pasar por los Inválidos, y aunque solo pudimos ver las obras situadas en los jardines del palacete que alberga el museo, sin duda ninguna, merece la pena ya que aquí, entre la vegetación hallamos obras muy interesantes que al estar situadas al aire libre se pueden apreciar desde distintos puntos de vista y en distintos momentos del día con las distintas tonalidades que se genera.
En fin que París, a través de sus museos nos muestra que sigue siendo un centro mundial de la cultura y el arte, y que solo  por visitar estos y otros museos, ya merece la pena ir.



5 de agosto de 2014

Mi visita a París II. La torre Eiffel

La torre Eiffel es sin duda el símbolo más conocido de París de cara al mundo, pero en su momento fue concebida simplemente como arco de entrada a la exposición internacional de 1889. Lo que estaba llamado a ser un elemento de arquitectura efímera terminó, como ya digo, siendo el símbolo más conocido de París y por supuesto de toda Francia.
La torre Eiffel impresiona cuando uno la ve por primera vez tanto por sus muchos puntos de vista (desde abajo, desde arriba, desde el sur, desde el norte ...), como por sus muchos matices y por su originalidad que la convierten en una obra de arte única. 
Pero para mi lo más interesante son las vistas de la ciudad que podemos observar desde las distintas plantas de la torre más concretas y reconocibles que desde cualquier otro lugar de la ciudad, basta con usar levemente el zoom de la cámara y podemos individualizar otros muchos edificios y lugares parisinos: la Cité, Notre Dame, el Arco de Triunfo en la plaza de la Estrella, los Inválidos, el Sena y sus puentes, el Trocadero y sus jardines, la plaza de la Concordia, etc. 
Los tejados de París desde la Torre Eiffel
El río Sena y sus puentes, la gran avenida de París
Jardines del Trocadero.
El Arco de Triunfo desde la Torre Eiffel
Y si esto no fuese suficiente, más llamativo es como al caer la tarde, ya al anochecer, se agolpa una multitud en los jardines del Campo de Marte y en los del Trocadero y otros lugares mucho más lejanos como la escalinata del Sacre-Coeur por ejemplo, para ver iluminarse la torre Eiffel. Lo hace poco a poco, lentamente, y una vez iluminada, a cada hora, durante diez minutos, las luces parpadean produciendo en la muchedumbre una suerte de euforia, pareciera que se da la señal para que en una noche como la vivida por nosotros ese día, la gente se disponga a marchar a los lugares de copas o de paseo para soportar así mejor el calor de julio.



Vista de la Torre Eiffel desde el Trocadero.


La Torre Eiffel como un faro en mitad de la ciudad.