El terral se estrella a ratos contra el toldo azul de mi terraza. La perra abandona su posición de sueño y huye del ruido que se genera refugiándose tras el sofá y yo levanto la vista del libro que tengo entre manos y veo como los colores del día no cambian pese al viento desapacible. El sol se refleja en la piel de algunas personas que están tumbadas sobre el césped que cubre el suelo de los jardines; otras, situadas a la sombra de los árboles, parecen observar el movimiento monótono de las hojas. Mientras el agua de la piscina se riza al compás del aire rasgándose cada vez que un niño se tira desde el borde sumergiéndose un instante tras el cual mi perra vuelve a la terraza y yo paso una página más de mi libro.
1 comentario:
Magnifica prosa, mi amigo. Disfrute el terral, el verano, el aire.
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