27 de agosto de 2009

CRÓNICA DESDE EL HÉRCULES VI. EL VERANO QUE SE ACABA.

En estos últimos días de agosto parece que el verano va languideciendo, incluso hemos tenido algún día de mal tiempo. Las tertulias bajo el árbol se refieren ahora más a "¿y vosotros cuando os vais?"o la vuelta más o menos inminente al trabajo. Las tardes que ahora se han acortado nos muestran ya la llegada de un próximo otoño, no sabemos si caluroso o no, pero desde luego marcado por la crisis económica y la gripe A que con su goteo continuo de afectados a algunos nos va asustando pues podemos considerarnos población de riesgo.
No sé lo que nos espera pero desde luego, un año más el verano se acaba aunque todavía podamos aprovechar algún fin de semana septembrino, pero está claro que el tiempo pasa y una vez más pronto echaremos la llave de nuestro pisito hasta el año que viene, cuando a partir de la semana santa podamos comenzar a hacer alguna visita esporádica para ir abriendo boca de cara al siguiente verano donde se reanudarán las tertulias bajo el árbol y los baños en la piscina o en la playa, y los juegos de los niños que habrán crecido un poco más. Y en definitiva, el tiempo que no pasa en balde.

7 de agosto de 2009

CRÓNICA DESDE EL HÉRCULES (V). LAS PRIMERAS DESPEDIDAS.

Llega finales de julio y con él las primeras "bajas" de las familias que se cobijan bajo los árboles del Hércules. Ahora hay más gente, la mayoría desconocidos que comienzan sus vacaciones, pero otros, unos desconocidos y otros no, se han marchado de vuelta a sus lugares de origen para retomar en lo posible sus rutinas habituales.
Todos los años ocurre algo similar. Nuestro árbol comienza a cambiar de inquilinos, las voces de otros niños se sienten ahora jugar en las piscinas o en las playas cercanas. Son los mismos juegos y las mismas tertulias relajadas de los mayores que en el mes anterior pero con distintos protagonistas.
Sin embargo algunos permanecemos aquí durante más tiempo y vemos ir y venir a unos y otros, apenas pendientes de lo que ocurre en el mundo cotidianamente porque la vida ahí fuera sigue a la espera del fin de las vacaciones, allá por los últimos días de agosto cuando las despedidas, ahora sí, serán definitivas hasta el año que viene, permaneciendo aquí sólo algunos rezagados que se resisten a volver a casa.