23 de abril de 2017

El libro inacabado



Ha vuelto la primavera, y como otras veces, me siento en el banco que hay a la sombra de los árboles del parque cercano a mi casa.
Saco mi libro y comienzo a leer mientras oigo el ruido de los niños que juegan, a las madres que les llaman a ratos y los coches que pasan por las calles de al lado.
Un gorrión que se posa en el respaldo del banco me distrae un instante, le ahuyento y cuando remonta el vuelo me percato que a mi lado hay un libro que antes no había visto.
Lo abro y lo hojeo, es un manuscrito, lo que despierta aun más mi curiosidad, y cuando llego a la última página veo que en ella no hay nada. No obstante, leo las últimas líneas y para mi sorpresa, se me invita a continua la historia que se viene contando y luego volver a depositarlo donde lo encontré.
Me llevo el libro a casa y me pongo a escribir algo que enlace con lo que aparece en las páginas anteriores. Llega un momento en que ya no sé que más poner y decido dejarlo al día siguiente en el banco del parque.
A los pocos días de haberlo dejado allí, vuelvo para disfrutar de otra suave tarde de primavera, con la esperanza remota de encontrar el libro inacabado.
Mientras me sumerjo en la lectura siento la brisa mover las hojas de los árboles y el trinar de los pájaros, y al rato, allí está. Lo abro rápidamente por la última página deseando encontrarme de nuevo la continuación de la historia y cuando poco después lo cojo para llevármelo a casa siento la vocecilla de un niño que me dice:
- Señor, señor, se te ha caído el libro mientras dormías.