19 de septiembre de 2010

Jóvenes, aunque suficientemente preparados.

Hace bastantes años, cuando yo era más joven y estaba buscando trabajo echaban en la televisión un anuncio con este eslogan, del cual me he acordado ahora cuando he leído el editorial de El País de hoy titulado "Generación castigada" y que hace referencia a los problemas que la juventud actual tiene para econtrar trabajo, pese a ser la generación de españoles más preparada de su historia (Se puede ver pinchando en el enlace que sigue:
http://www.elpais.com/articulo/opinion/Generacion/castigada/elpepiopi/20100919elpepiopi_3/Tes)

A principio de los años ochenta, cuando rondaba los 20 años, vivimos un período de crisis económica intensa en la que además de no encontrar trabajo era más difícil poder formarse, fuese en la Universidad o a través de una formación profesional, entonces bastante distinta de la de ahora, ya que el sistema de becas para los que no nos lo podíamos permitir, era bastante injusto y a mi personalmente me perjudicó enormemente. Hacia el 84 las cosas comenzaron a cambiar, y aunque el paro seguía siendo alto, la generación a la que hacía referencia el eslogan del título pudimos comenzar a respirar. Ya entonces se hablaba de generación perdida, pero llegado el siglo XXI, aquí estamos, vivos, mejor o peor formados, muchos luchando por sobrevivir en un panorama desalentador: paro, escasas perspectivas de futuro, grave riesgo de alargarnos la edad de jubilación, recortes en los sueldos, etc.


Ahora parece que nadie se acuerda de esa generación, no perdida, como probablemente tampoco lo será la de los jóvenes actuales a los que una buena formación les hará sin duda más capaces de salvar la situación actual, además cuentan con más apoyo de la sociedad, pues la vida es distinta ahora, afortunadamente para ellos, pero desde luego comparto buena parte de los planteamientos que el editorial de El País expone, por lo que espero que más temprano que tarde esta generación salga adelante, como salimos nosotros, pues son el futuro de nuestro país.

3 de septiembre de 2010

Las dos caras del faraón.

Desde el descubrimiento de su tumba el faraón Tutankamón ha despertado un gran interés, primero por la riqueza de su ajuar funerario y el misterio anejo a su descubrimiento y luego, confome fue pasando el tiempo habrían de ser otros muchos los aspectos a estudiar hasta el punto de que hoy se conoce casi todo de él: su cronología, su reinado, la familia y su situación personal, e incluso la causa de su muerte siempre envuelta en un cierto halo de misterio. La revista National Gegraphic se ha venido haciendo eco a lo largo del tiempo de todo tipo de noticias sobre Tutankamón y en su último número se recogen los resultado de los estudios de ADN y que desvelan interesantes datos sobre él.
Pero lo que a mi me ha llamado más la atención ha sido ver varias imágenes (como las que pongo aquí) del propio faraón: la más conocida es sin duda la de su márcara funeraria, muy rica y colorida que plasma el arte del antiguo Egipto en su plenitud; la otra imagen es la de su rostro real momificado, conservado a lo largo de cientos de años gracias a las técnicas funerarias de la época y a la ciencia moderna.
Son dos caras de la misma moneda, ambas muestran sin duda un cierto deje de tristeza: una debido al hieratismo del rostro tan propio del arte egipcio marcada en la máscara funeraria, en la otra es la rigidez de la muerte que encontramos en la momia, con esa especie de rictus que muestra como si el tiempo se hubiese petrificado en un instante lejano.
El paso del tiempo que siempre se refleja en nuestros rostros marcandonos algunas arrugillas junto a los ojos y en la frente, no parece haber pasdo por la faz de Tutankamón. Su juvetud y el sufrimiento experimentado a causa de sus muchas enfermedades y responsabilidades heredadas parecen haber quedado borradas en ese instante mínimo en que vio venir a la muerte de frente.