Me gusta, pero a la vez me da un poco de miedo ya que me ha hecho pasar algunas veces malos ratos, pero aún así, me atraen los distintos tonos de color que adopta el agua cuando está en reposo: como los múltiples azules-verdosos que vi en Capri o los verdes intensos del río Cuzna en mi tierra por la primavera; todos ellos brillantes con la luz jugando entre sus gotas. También los verdes espesos cuajados de florecillas blancas de las charcas inmóviles en una tarde de veran, o los azulones del mar perdiéndose en el horizonte; y qué decir de aquella agua intuida en la fuente seca del gran Machado.
Pero a pesar de todo, el agua es tan importante para la vida (en buena parte somos agua) que me indigna cuando veo que se derrocha o se ensucia sin motivo.
Hay que conservarla para poder vivir.
(Fuente de Belálcazar en los Pedroches, una tierra donde no sobra el agua. Foto gentileza de Solienses).
2 comentarios:
La segunda palabra mágica es mágica. Poeta Conrado, en prosa. Puedes abrir una serie. Luna, agua...
Hola Conrado. Pronto nos acordaremos del agua que ahora tiramos. Igual que muchos nenes llorarán cuando se acuerden de los bocadillos que tiraron en los recreos. Recuerdo que cuando era pequeño, me enseñaron a guardar el trozo de bocadillo que me sobraba... Un saludo, amigo.
Publicar un comentario