Este es un artículoque apareció hace unos meses en el períodico el Público (el 12-05-2008), y es muy interesante pues define muy bien la situación económica actual de Lucena.
Los rumores de despidos corren de boca en boca entre los 42.000 habitantes de Lucena. Enclavado en pleno corazón del olivar cordobés, este pueblo andaluz tiene fama por su carácter industrial y emprendedor, pero estos días la sombra de un futuro incierto acongoja a sus habitantes: “Se oyen burradas, se habla de cientos de despidos” dice Antonio, vecino y encargado del Mercadona local.
No está descaminado. Según los responsables locales de empleo, de las 465 empresas dedicadas a la madera en Lucena, 306 –es decir, el 66%– están inmersas en procesos de despido o regulaciones de empleo que afectan a unos 600 trabajadores, el 14%, de los 4.200 empleos que sustentan el sector. Lucena “es el termómetro de la madera”, dice Javier Espinosa, presidente de la Unión de Empresarios de la madera de Córdoba, que acaba de despedir a dos de sus empleados como primera medida ante la caída de sus ventas.
Una visita a la ciudad deja claro que la preocupación se ha apoderado del ambiente. La industria de Lucena se especializa en el mueble y si no se venden pisos, tampoco los muebles para llenarlos. A Francisco Muñoz, gerente de Don Provenzal, las ventas se le han desplomado un 40% desde que se inició la crisis del ladrillo a la vuelta del pasado verano.
Y no sólo se destruyen empleos. Cada vez se trabajan menos horas. Ayer, como quien dice, los camiones hacían cola a la puerta de las fábricas esperando a cargar. Hoy, no se ve prisa entre los operarios. Algunos están utilizando la jornada laboral para reducir los despidos. Es el caso del Grupo NF. “Nuestra producción ha caído en torno a un 20% y para evitar en lo posible los despidos, hemos llegado al acuerdo de reducir la jornada y la nómina de forma equivalente”, explica Manuel Nieto, el socio encargado de la gestión empresarial.
Esa caída de ingresos de los trabajadores, que unos y otros cifran en torno al 20%, y la falta de confianza en el futuro explican también lo que se vive en el potente comercio local. Lucena es un pueblo, pero allí no hay marca sin su concesionario de vehículos y están los más prestigiosos hipermercados. El gerente de Mercadona aporta las cifras: “Antes, la media de gasto por carro era de 25 euros y ahora, de 21”. Los lucenses rebuscan en las estanterías en busca de lo más barato: “Se mira mucho la peseta, la alegría ha desaparecido”.
Lo que de verdad asusta a las empresas es la actitud de los bancos. Ellos no manejan efectivo, venden a las tiendas de muebles y reciben a cambio letras a 90, 120 ó 180 días. Negocian con los bancos líneas de descuento contra la que cargan dichas letras para poder pagar sus nóminas. Y ahora los bancos han empezado a rechazar ese papel comercial. La queja es generalizada. “Nos están estrangulando”, dice Muñoz desde Don Provenzal.
Los rumores de despidos corren de boca en boca entre los 42.000 habitantes de Lucena. Enclavado en pleno corazón del olivar cordobés, este pueblo andaluz tiene fama por su carácter industrial y emprendedor, pero estos días la sombra de un futuro incierto acongoja a sus habitantes: “Se oyen burradas, se habla de cientos de despidos” dice Antonio, vecino y encargado del Mercadona local.
No está descaminado. Según los responsables locales de empleo, de las 465 empresas dedicadas a la madera en Lucena, 306 –es decir, el 66%– están inmersas en procesos de despido o regulaciones de empleo que afectan a unos 600 trabajadores, el 14%, de los 4.200 empleos que sustentan el sector. Lucena “es el termómetro de la madera”, dice Javier Espinosa, presidente de la Unión de Empresarios de la madera de Córdoba, que acaba de despedir a dos de sus empleados como primera medida ante la caída de sus ventas.
Una visita a la ciudad deja claro que la preocupación se ha apoderado del ambiente. La industria de Lucena se especializa en el mueble y si no se venden pisos, tampoco los muebles para llenarlos. A Francisco Muñoz, gerente de Don Provenzal, las ventas se le han desplomado un 40% desde que se inició la crisis del ladrillo a la vuelta del pasado verano.
Y no sólo se destruyen empleos. Cada vez se trabajan menos horas. Ayer, como quien dice, los camiones hacían cola a la puerta de las fábricas esperando a cargar. Hoy, no se ve prisa entre los operarios. Algunos están utilizando la jornada laboral para reducir los despidos. Es el caso del Grupo NF. “Nuestra producción ha caído en torno a un 20% y para evitar en lo posible los despidos, hemos llegado al acuerdo de reducir la jornada y la nómina de forma equivalente”, explica Manuel Nieto, el socio encargado de la gestión empresarial.
Esa caída de ingresos de los trabajadores, que unos y otros cifran en torno al 20%, y la falta de confianza en el futuro explican también lo que se vive en el potente comercio local. Lucena es un pueblo, pero allí no hay marca sin su concesionario de vehículos y están los más prestigiosos hipermercados. El gerente de Mercadona aporta las cifras: “Antes, la media de gasto por carro era de 25 euros y ahora, de 21”. Los lucenses rebuscan en las estanterías en busca de lo más barato: “Se mira mucho la peseta, la alegría ha desaparecido”.
Lo que de verdad asusta a las empresas es la actitud de los bancos. Ellos no manejan efectivo, venden a las tiendas de muebles y reciben a cambio letras a 90, 120 ó 180 días. Negocian con los bancos líneas de descuento contra la que cargan dichas letras para poder pagar sus nóminas. Y ahora los bancos han empezado a rechazar ese papel comercial. La queja es generalizada. “Nos están estrangulando”, dice Muñoz desde Don Provenzal.
2 comentarios:
Y luego van por ahí como locos por las calles sin fijarse en señales. Desgraciaamente ya sabes. Espero que todos estéis ya recuperados y en breve sea sólo una anécdota de lunes por la tarde. No ha sido nada.Saludos. Besos. Abrazos.
Gracias amigo Emilio por tus palabras.
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