El verano va avanzando y estamos ya en el puente de agosto lo que supone que pronto habremos de ir pensando en el fin de las vacaciones y la vuelta a la normalidad que supondrá el 1 de septiembre. Pero también el verano muestra unos elementos de "normalidad" como son por ejemplo los incendios forestales, el calor sofocante de estos días, las pocas noticias que la convulsa política nacional genera, e incluso la información sobre la crisis económica está en horas bajas, así que nos conformamos con saber cuales son los fichajes estrella de los equipos de futbol, aunque no seamos aficionados, o los distintos campeonatos deportivos que estas semanas se están celebrando.
Yo por si acaso he comenzado la lectura de un nuevo libro: la noche de los tiempos de Antonio Muñoz Molina, iniciando así una nueva aventura, pues la lectura de un libro debe suponer eso una nueva aventura en la que el descubrimiento de nuevas ideas, de nuevos caminos y en definitiva de nuevas formas de goce personal nos lleve a dilucidar si queremos comenzar otra lectura.
A ésta he llegado tras los ratos pasados bajo el árbol o en la playa con Un dibujo en el viento de Alejandro López Andrada que fiel a su estilo nos ha regalado a sus lectores una obra interesante y recomendable, a pesar de sus reiteradas figuras literarias que recrean una tierra, la suya y la mía, aunque de una forma un tanto idealizada, pero que conforme va publicando sus últimas novelas, considero que va logrando una mayor madurez estilística, lo que hace que sus obras vayan gozando cada vez más del gusto del público, aunque este comentario es algo personal y no siempre llueve a gusto de todos.
En definitiva, cuando llegue septiembre y volvamos a nuestros quehaceres cotidianos, seguiremos buscando aventuras nuevas en otros libros y otros textos que nos enriquezcan y nos hagan reflexionar un poco más sobre la vida misma.
3 comentarios:
Buen libro, amigo Conrado. Voluminoso, denso, de los que convienen al verano, al rigor de la canícula, bueno para leer en casa, pero ten cuidado de los paseos con el tocho a la playa. Que pesa, amigo, que pesa. Es broma. Que pronto nos vemos y nos contamos las cuitas, y que las semanas que quedan (pocas, piénsalo) sean benévolas. Echamos unas charlicas en la calles lucentinas. Yo estoy ahora a 1000 buenos kilómetros de ellas.
Me alegra que estés contento de tu viaje, del que espero pronto detalles en las calles lucentinas.
En breve, en dos semanas, calculo, volvemos, amigo. Mucho que contar. Llevamos casi 4000 km. desde que salimos de Córdoba, y seguimos... Turismo total, y alejado de la calina, por esta vez...
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