6 de enero de 2010

Al fin la cabalgata.

Ayer por fin y con la aquiescencia del tiempo tuvo lugar la cabalgata de reyes con la que finaliza la navidad. Este año la cabalgata me ha gustado más que en otras ocasiones, pues no ha sido tan ostentosa ni se ha derrochado tanto como en los años anteriores, sin que por ello se pueda decir que haya sido "pobre".
La ilusión que despierta este evento en grandes y chicos no decae con el paso del tiempo, pero quizá, al menos en el caso de Lucena, había alcanzado en los años anteriores, desde mi punto de vista unas cotas de derroche y ostentación más que excesivas ya que lo importante no eran los reyes, ni las asociaciones que participaban en la cabalgata, ni los niños y mayores que conformaban el público, sino que lo que se buscaba en buena medida era -como en otros actos sociales y festivos- qué rey destacaba más, gastando y derrochando sin mesura, dando un mal ejemplo a los ciudadanos que no vivían tan bien.
Bien es verdad que eran tiempos de bonanza económica, sobre todo para algunos, como se está demostrando ahora.
El caso es que con esta fiesta callejera se pone fin a las navidades y el próximo jueves (mañana) la mayoría volveremos de buena mañana a la rutina habitual, con un poco más de frío en los pies y el bolsillo algo aliviado, prestos a remontar la llamada cuesta de enero, con la ayuda de las tan socorridas rebajas.

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