Con el nuevo curso se han reabierto de nuevo las heridas que a la enseñanza pública se le viene infligiendo desde hace tiempo por los sectores más conservadores de la sociedad española, que hoy parecen mayoritarios y eufóricos ante las perspectivas electorales que se le plantéan a corto plazo (ya tocan el poder total con la punta de sus dedos). Con la excusa de los recortes para paliar el déficit en algunas comunidades autónomas se está demostrando, ahora a las claras, que nunca se creyó realmente en la enseñanza pública y para todos por parte de esos gobiernos.
Pero es que desde que se coló la LOGSE en nuestras vidas, desde muchos sectores de la profesión, nostálgicos del BUP, también se ha ido colaborando en socavar lo que de positivo pudiera tener. Los continuos cambios en las leyes, la falta de medios, la inexistencia de un auténtico pacto de estado que resguardara la edución de los avatares políticos ha hecho que hoy este tema esté en el candelero. Han sido muchos años de aguantar la ineptitud de los políticos, la falta de voluntad de unos y otros para buscar soluciones viables a los problemas de la enseñanza pública, y no digamos el desprestigio a que continuamente nos vemos sometidos los trabajadores de este sector, pese a la importante labor y responsabilidad que la sociedad ha depositado en nosotros, y todo ello sin tener en cuenta que nuestro poder adquisitivo ha ido disminuyendo desde hace años y sobre todo con el recorte de nuestro sueldo y la posterior congelación del mismo con el beneplácito de una parte importante de esa sociedad que considera que trabajamos poco y ganamos mucho.
Que los resultados de nuestra labor son difílmente cuantificables, que el nivel de nuestro alumnado es bajo con respecto al de otros países, que no se valora el esfuerzo, que se tiene más en cuenta a los malos estudiantes que a los buenos, son algunas de las lindezas que se dicen de la enseñanza pública de este país, sin duda en buena parte con gran desconocimiento, ¿pero qué medidas se toman para paliar esta situación? Por parte del gobierno, leyes y más leyes, burocracia y más burocracia para el profesorado y por parte de los que parece que gobernarán dentro de poco, lo que se va sabiendo muestra recortes y más recortes, subvenciones a la enseñanza privada, continuo desprestigio del profesorado de la pública frente a la privada, privilegios para la iglesia católica y así nos luce el pelo.
Yo fui estudiante de la escuela pública y ahora soy trabajador en la misma y he tenido que pasar, como otros muchos, por el rechazo de la privada por no tener enchufe, sin tener en cuenta si valía para ese trabajo o no; he tenido que pasar, como otros muchísimos, por la oposición y sus continuos bandazos, por la interinidad durante bastante tiempo (quizá más del necesario y por supuesto más que el deseado), he pasado como otros muchos por la incomprensión de equipos directivos poco ecuánimes (pocos) y compañeros que defienden a capa y espada su privilegio de antiguedad para cualquier cosa mostrando una falta de solidaridad y compañerismo en los momentos clave, un corporativismo absurdo anclado en esa mentalidad del BUP que parecía la panacea para todo, pero aun así no me desanimo pues siempre creí en la enseñanza pública y seguiré creyendo en ella, y por eso considero necesario seguir defendiéndola, como mínimo con el mismo ardor con que esos sectores la atacan.
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