El otro día mientras mis alumnos de 2º Bachillerato A "descargaban parte de su adrenalina" haciendo un examen sobre la Guerra Civil española, y dado el ajetreo que tuve toda la mañana, en aquella plácida tarde se me ocurrió escribir unos versos que titulé ¿qué me caerá? (la pregunta del millón cuando se acerca la hora del examen), que son los que siguen:
Con el calor de la tarde
pienso que el tiempo
se me acabará y no podré
escribir más.
Voy a aprobar este examen,
es el objetivo
que me planteo para hoy.
Llevo varios días
que apenas pienso en otra cosa.
¿Qué me caerá?
Subo la escalera
de la Casa Grande,
no me acuerdo de nada
pero cuando doy la vuelta a la hoja
mi cabeza comienza a bullir y
las palabras fluyen
de mi memoria,
la tinta del bolígrafo
resbala sobre el papel
y se queda pegada allí.
Pasa un buen rato,
toca el timbre,
la suerte está echada,
entrego y me salgo,
bebo un poco de agua
y tranquilo
me marcho a mi casa,
a esperar otros días
y otras hojas de papel
que habré de rellenar,
y cuando dentro de poco
acabe esta etapa
me acordaré de muchas cosas
que encontré en el camino
de este curso agobiante
que me acerca al futuro.
4 comentarios:
Leído un par de veces, sonrío hacia fuera y hacia adentro: qué bien cogido el ánimo del estudiante, su manera de pensar, su creciente deseo de que la Vírgen Tal o Cual le ayude en el logro de su meta. Las metas no son nunca validadas por el esfuerzo. Jamás las confirma el talento. En modo alguno se ajustan al ingenio ni al trabajo. Importante: el trabajo. Qué te voy a contar que tú, buen maestro, no sepas, amigo Conrado. Parece eso: un volunto de estudiantillo desorientado. Lo tuyo, el poema, irónico, fino en su poética de coplilla de pasillo de instituto. Estudiantes hay, no obstante, claro está, por supuesto, sublimes. Cómo no. Yo he visto alguno de cerca y te hacen sentir a gusto en lo que haces. Otro abrazo.
Gracias Emilio. Es verdad que a veces criticamos a nuestros alumnos porque trabajan poco, pero cuando llega la hora de la verdad como les ocurre a estos, siempre están dando el callo pues es mucho lo que se juegan. Los que no asumen la realidad de que ganarse su futuro supone un gran esfuerzo son los que suelen fracasar.
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