En esta semana, durante dos días, he tenido ocasión de asistir a un taller literario impartido por Alejandro López Andrada, escritor de los Pedroches, en la biblioteca municipal de Lucena, y en él además de aprender algunas cosas, sobre todo he tenido el gusto de conocer a algunas personas que comparten afición literaria conmigo y que han mostrado su sensibilidad, su interés por la poesía y en definitiva, por la cultura.
Las conversaciones con Alejandro y los comentarios con los compañeros me han servido para recuperar en parte mi gusto por la poesía, algo olvidada últimamente ante la falta de tiempo para dedicarlo a la lectura que es en definitiva el origen de toda esta afición.
Todos aportaban algo: algunos su conocimiento del lenguaje, otros su manera de expresar el humor, la realidad de las cosas o simplemente su interés por la cultura. Pero en definitiva, todos queríamos aprender cosas nuevas y López Andrada nos ha enseñado algo que es la necesidad de cultivar esos deseos de escribir, de mostrar nuestra forma de ver las cosas y por supuesto hemos conocido un poco más su trayectoria literaria, ya amplia, donde su faceta de poeta y la de novelista se entremezclan muchas veces.
Desde que presentó su primera novela hace ya muchos años en el Casino de Pozoblanco hasta hoy ha recorrido un largo camino, el cual en buena parte he seguido, unas veces a través de la prensa o internet, otras leyendo sus libros, y tengo que reconocer que siento "cierta debilidad" por su poemario Los pájaros del frío, un libro que he leido en varias ocasiones, y que cada vez me gusta más y que por tanto recomiendo a todo aficionado a la poesía.
Su última novela publicada, un dibujo en el viento, es para mi la mejor de su producción, porque es en ella donde alcanza un mayor equilibrio entre poesía y prosa, donde a la profundidad de las descripciones de los paisajes de nuestra tierra se une un conocimiento del rico lenguaje tradicional de las gentes de los Pedroches y unos diálogos más cercanos al lector, pero sin dejar de lado su estilo habitual lo que hace que sea una de esas novelas que cuando comienzas a leerlas ya no tienes ganas de dejarla.
Estos dos días que ha durado el taller literario me ha servido para conocer un poco mejor al Alejandro escritor, pero también a la persona, amante de su tierra y de su gente, que ha sido capaz de hacer que nos sintamos en cierto modo poetas por un rato.
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