13 de abril de 2009

Se acabó la semana santa.

Al fin se acabó la semana santa, esas mini vacaciones que llegan cargadas de trasiego de calle en calle, de olores que dicen que son de primavera, un poco de playa y un mucho de mirar al cielo para ver que tiempo va a hacer.
Esa semana que llega no exenta de cierta beateria enmascarada de fervor y tradición, creo yo que es algo que se aleja cada vez más de la religión para dar paso a otras cosas: escaparate de modelos, tablón de anuncios para los organizadores, excusa para salir a la calle y tomar copas y en definitiva, escenario de reivindicaciones varias.
Cualquier cosa menos recogimiento y penitencia. Claro que el estar horas y horas viendo procesiones y desfiles de distinto tipo (la legión por ejemplo) ya supone una penitencia y no digamos cargar con el santo de turno.
Pero bueno, todo es necesario en esta vida, y si hay que ver procesiones se ven, y si hay que aguantar el dolor de pies, pues se aguanta, y si se tercia ser más papistas que el Papa, pues se es, ¡faltaría más! Que el que manda, manda que para eso está ahí arriba, en lo alto del púlpito para decirnos lo buenos que tenemos que ser y cuando.
Yo mientras tanto me fui a tomar un poquito el sol a la orilla del mar, poco, que el de arriba ya se sabe, nos cubre con su manto de nubes porque no quiere que se nos vaya el santo al cielo.
(Foto extraída de Plaza Pública)

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