A mis compañeros del insti
deseándoles que pasen un buen verano
He apagado el ordenador después de guardar los numerosos documentos que he tenido que elaborar tras haber repartido las notas, escribir actas, memorias, informes, ...
Está terminando un curso más, en nuestras mentes y en nuestras conversaciones de profesores no dejamos de tener presente lo que nos habremos de encontrar tras el verano: nuevos alumnos -o quizá los mismos pero un poco más mayores-, nuevos compañeros junto a los de siempre y por supuesto, nuevos papeles.
Mientras tanto voy andando por la calle buscando la sombra (que el sol pica ya un poco) me resulta un tanto extraño no tener que ir esquivando a los alumnos por las aceras repletas, ni sentir sus charlas. Tampoco el policía está en el cruce para controlar el trasiego de coches y personas a la salida de clase como todos los días.
Hoy casi se puede tocar el silencio como si fuera un día de fiesta, así que me fijo un poco en la calle por la que habitualmente voy al trabajo o vuelvo a casa y solo me encuentro a gente que va a la compra, barre su puerta o charla en una esquina mientras espera que el semáforo dé paso.
Conforme avanzo por la acera me voy olvidando del insti y pienso en las vacaciones que comienzan en un par de días; y lo pienso porque sí, porque creo que ha llegado la hora del descanso y porque me lo merezco.
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