4 de noviembre de 2015

De vuelta al cole

Hoy volvemos mi amigo Juan y yo a enfrascarnos en el río de gente que camina tranquilamente hacia el instituto. No hay prisa, hace calor pues todavía es verano y por ello vamos buscando la sombra. Retorna el murmullo, el ruido de los pasos, los saludos y el silbato del policía en el cruce.
En la acera de enfrente vemos a un profesor que camina rápido, parece que huye de nosotros, ni nos saluda –dice Juan-, seguro que va pensando en sus vacaciones y en las muchas cosas que tendrá que hacer en estas primeras semanas –comento-.
Siempre se quejan de lo mismo, como si nosotros no tuviésemos nada que hacer, y menos mal que he recuperado lo que me quedó para septiembre, que lo mío me ha costado.
- Pero bueno, tras los días de tregua y de
marchón que nos hemos corrido en la feria, aquí estamos de nuevo, así que anda y no te quejes que pronto llegará el otoño, las tardes se harán más cortas y frías y en casi nada, la navidad, pero mientras, como dice mi padre, habrá que apechugar más, que este año es el del “sacrificio”.
- Si habrá que espabilarse –dice Juan- y pensar en lo que se nos viene encima. Todo será correr y estudiar para compensar lo que no hemos conseguido hasta ahora, que la cosa está difícil.
Al cruzar la calle nos encontramos con otros compañeros y cambiamos de conversación, olvidando enseguida nuestras sesudas reflexiones para ahora rememorar los ratos del verano que hemos vivido, y que al menos yo siempre recordaré.



Hoy




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