Al salir del insti un ruido distinto al habitual nos deja a todos los viandantes anonadados. Por medio de la calle una "bicidisco" se acerca rauda silenciando el murmullo de la gente que a esa hora, como todos los días, se dirige a sus casas tras una larga mañana.
En la esquina los coches que aguardan su turno rivalizan con los silbatazos que el polícia lanza al ciclista, pero éste, con su indiferencia, parece proclamar que es el dueño de la calle.
Sin obstáculo que se lo impida, la "bicidisco" se pierde por la ronda y en un instante todo vuelve a la normalidad.
Hoy es viernes.
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