Hoy es domingo por la tarde, ya casi de noche, de esos días de junio que nos van acercando al verano, en que las tardes se hacen casi eternas y el tiempo que nos queda hasta las vacaciones se alarga y se alarga.
Pronto me sentaré a cenar y ver una película en la tele si es que hay alguna que merezca la pena y cuando los ojos comiencen a mostrar cansancio, nos iremos a la cama pues el lunes (triste y pesado lunes) hay que madrugar dando así comienzo a otra semana, la penúltima del curso formada por días "tontos" en los que los nenes apenas hacen acto de presencia si no es para hacer algún examen o los obligan sus padres, con lo que sus ganas de trabajar escasean y sus fuerzas se van diluyendo conforme avanza la mañana.
Se trata de una semana completita, todavía con algunos exámenes y actividades ya casi residuales (hay que repescar a algunos antes de que se sumerjan en el estío), evaluaciones por la tarde previa visita a Seneca para introducir los resultados de las cosechas que a lo largo de estos meses se han ido sembrando.
Mientras tanto seguiremos aprovechando los pocos ratos libres para leer alguna novela de las que nos traemos entre manos, para salir a andar por la vía verde o simplemente para descansar con vistas al día siguiente.
La rutina ahora va cambiando, preparándonos para las vacaciones próximas (quien las tenga) en las que nuestra vida diaria se va pasando con cierta indolencia, sin prisas bajo la sombrilla junto al mar o al borde de la piscina, pero siempre sin agobios, echando la siestecita, sin madrugar, por que la vida sigue, pero de distinto modo.
Mientras tanto, vamos dando fin a la tarde lenta de un domingo, todavía de una semana cualquiera.
2 comentarios:
Mi amigo Conrado se ha puesto bucólico, sentimental y costumbrista.
Un abrazo.
Es que los domingos se van haciendo un poco largos.
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