Estoy a estas horas tempranas en la biblioteca. Silenciosamente varios alumnos agotan la última oportunidad para quitarse de enmedio la Filosofía (maestro, el verano es muy duro y tenemos otras, me dicen). En la sala de lectura, otros alumnos esperan su hora para intentar arañar algunas décimas que le den más opciones en una cercana selectividad. Solo el ruido de este teclado y de los bolígrafos sobre el papel rompen la monotonía de este rato. Ha salido el sol hoy después de un día de ayer lluvioso y pesado. Las flores del patio están en su mejor momento. Veo pasar por la ventana a un compañero con la mascarilla -maldita alergia-. Va acabando mayo.